jueves, 6 de enero de 2011

Comprar, Tirar, Comprar

"Comprar, Tirar, Comprar" es el título del documental que la 2 de TVE emitirá el próximo domingo 9 de enero a las 22 horas, no hay que perdérselo.

Documental dirigido por la alemana Cosima Dannoritzer y producido por Mediapro, en colaboración con el canal Arte, TVE y TV3, donde se evidencia y denuncia como las grandes corporaciones industriales, desde la textil a la electrónica, pasando por la automoción y la iluminación, programan la vida útil de los de los productos para incentivar el consumo, esta práctica empresarial, la obsolescencia programada, se ha convertido en la base de la economía moderna, a pesar de las terribles consecuencias medioambientales y despilfarro económico que supone.

Tras el crash del 29, Bernard London introdujo el concepto de obsolescencia programada y propuso poner fecha de caducidad a los productos. "Esto animaría el consumo y la necesidad de producir mercancías", declara la hija del socio de London. "Encuentro que era una idea genial: las fábricas continuarían produciendo, la gente seguiría comprando y todo el mundo tendría trabajo".

En los años cincuenta la sociedad de consumo se había instalado en todo Occidente. El diseñador industrial Brooks Stevens sentó las bases de esa obsolescencia programada: "Es el deseo del consumidor de poseer una cosa un poco más nueva, un poco mejor y un poco antes de que sea necesario". Ya no se trata de obligar al consumidor a cambiar de tecnologías, sino de seducirlo para que lo haga.

Bajo el pretexto de “si el consumidor no compra, la economía no crece”, convertido ya en principio inexcusable del sistema capitalista, apoyado en el creciente poder del márketing, los fabricantes exigen a los ingenieros que ajusten los ciclos de vida de los productos, una técnica que se ha multiplicado con el boom de productos tecnológicos, desde baterías para móviles y portátiles, hasta sintonizadores de televisión, pasando por electrodomésticos y casi cualquier producto electrónico.

La bombilla de Edison
Thomas Alva Edison quería crear una bombilla que iluminara el mayor tiempo posible. En 1881 puso a la venta una que duraba 1.500 horas. En 1924 se inventó otra de 2.500 horas. Con la sociedad de consumo en ciernes, aquello no era una buena noticia para todo el mundo. Diversos empresarios empezaron a plantearse una pregunta inquietante: "¿Qué hará la industria cuando todo el mundo tenga un producto y este no se renueve?". Una influyente revista advertía en 1928 de que "un artículo que no se estropea es una tragedia para los negocios".

Un poderoso lobby, el cártel Phoebus, presionó para limitar la duración de las bombillas. En los años cuarenta consiguió fijar un límite de 1.000 horas. De nada sirvió que en 1953 una sentencia revocara esta práctica, porque se mantuvo. No salió al mercado ninguna de las patentes que duraban más (una, 100.000 horas). Warner Philips, bisnieto del creador de la compañía Philips, cree que en aquella época no se pensaba en la sostenibilidad. "Entonces consideraban que el planeta tiene unos recursos ilimitados y todo lo miraban desde la óptica de la abundancia", comenta. Él está convencido de que la sostenibilidad y el negocio deberían haber ido de la mano.

El coche modelo T (Ford) fue un éxito para la industria automovilística americana, pero tenía un problema que, por aquellas fechas (años veinte), era todavía incongruente: estaba concebido para durar. Ese fue su fracaso. Desde la competencia, General Motors, consciente de que no derrotaría a su rival en ingeniería, apostó por el diseño. Dio retoques cosméticos a sus coches, lo que le permitió que los clientes cambiaran de utilitario muy a menudo. ¿A quién le importaba que el motor funcionara diez años, si en poco tiempo cambiaría el coche por otro de distinto color o con algún arreglo superficial? En 1927, tras vender 15 millones de unidades, Ford retiró el modelo T.

Las fibras de nailon que crearon medias irrompibles no duraron mucho tiempo en los mercados. No convenía. Tampoco una presunta fibra que repelía la suciedad. Ni los motores de las neveras que duraran años y años. "Programan estos cacharros para que cuando los hayas acabado de pagar se rompan", se quejaba el protagonista de Muerte de un viajante, de Arthur Miller.

Los ejemplos se suceden hasta nuestros días, donde los casos más claros se encuentran en los productos electrónicos, como impresoras o iPods.

Una pieza de la impresora ha dejado de funcionar. Es imposible imprimir. Es ya una vieja cantinela. "Será difícil encontrar las piezas para repararla". "Repararla no le saldrá a cuenta". "Sin dudarlo, yo compraría otra". Las respuestas que el usuario obtiene en tres servicios técnicos distintos desembocan en una misma propuesta: cómprese una impresora nueva. No son una coincidencia:*, el mecanismo secreto que mueve a nuestra sociedad de consumo", se explica en el documental. Después de muchas investigaciones y rastreos, descubre que la propia máquina, mediante un chip instalado en su interior, es la que provoca que el ordenador envíe un mensaje para que el cliente acuda al servicio técnico. El usuario se puso en contacto con un programador informático ruso, que ha dado con la trampa y ha desarrollado un software para evitar ese abuso. Pero la inmensa mayoría de los usuarios cede ante la demanda de la máquina, y se compra otra impresora. Si el usuario cede, será una víctima más de la obsolescencia programada.

La abogada Elisabeth Pritzker demandó a Apple tras descubrir que las baterías de litio de los reproductores de música iPod estaban diseñadas para tener una duración corta, de 18 meses, y que el consumidor se viera obligado a comprar otro, una empresa que además expone sin rubor su compromiso medioambiental.

Lo que es el hiperconsumo en los países desarrollados que han entrado en una dinámica cada vez más acelerada de producción, consumo y derroche. Como consecuencia de todo ello, millones de toneladas de desechos llegan al tercer mundo. Los vertederos en África, esa nueva impresora, como esa nueva lavadora, tostadora, plancha u ordenador se convierten en chatarra. Y se recicla. Sin embargo, el documental también destapa malas prácticas en este terreno. "Antes teníamos un río precioso aquí", dice el activista medioambiental ghanés Mike Anane. Habla desde un vertedero en el que destacan las montañas de basura informática.

Ahora, los niños queman el plástico que recubre los cables para recuperar el metal que está en su interior. "A veces nos ponemos enfermos y tosemos", declaran esos niños en el documental. El material entra en estos países como producto de segunda mano, pero sólo el 20% se aprovecha.

"El documental no va en contra de ninguna empresa en concreto porque la obsolescencia programada es una práctica generalizada", según el productor ejecutivo del filme, Joan Úbeda, que ha aclarado que "el problema está en la filosofía del sistema que actúa de una manera claramente insostenible obligando a los ingenieros a crear productos poco duraderos cuando podrían ser mucho mejores".

"No sólo ponemos el problema sobre la mesa, sino que también mostramos algunas salidas o soluciones que ya se están debatiendo", ha añadido Cosima Dannoritzer.

Estas soluciones vienen de la mano del pensadores, empresarios e investigadores. En este sentido el profesor emérito de economía de la Universidad de París Serge Latouche defiende la teoría del decrecimiento, mientras que el empresario Warner Philips ha comercializado una bombilla de bajo consumo que dura 25 veces más que las normales y cuesta 25 veces más cara.

Asimismo, el químico Michael Braungart aplica su teoría "De la cuna a la cuna" que consiste en modificar todo el proceso de producción para conseguir que todo el desecho pueda ser reutilizado.

Por nuestra parte lo que tenemos que hacer es abrir cada vez más los ojos, siendo conscientes de como nos quieren manipular y no entrar en su juego, porque los consumidores somos mayoría, despertemos y utilicemos nuestro poder.

Entrevista con Marcola

Esta entrevista aunque no fue real tiene las respuestas ajustadas a la absoluta realidad y aunque se hizo en Mayo del 2.007 sigue teniendo frescura.

En Mayo del 2.007 el periodista Arnaldo Jabor del diario O Globo de Brasil, publicó una Entrevista a Marcola del PCC. Él es Marcos Camacho, jefe de la banda carcelaria de Sao Paulo denominada Primer Comando de la Capital (PCC), este periodista hizo lo mismo que Orson Wells cuando hizo una adaptación radiofónica de La Guerra de los Mundos y desató el pánico.

Aunque la entrevista es apócrifa puede sin duda ser absolutamente verosimil en el 2.007 y ahora también, su propósito era mostrar que los poderes públicos, en manos de una dirigencia incompetente o corrupta, han destruido (en Brasil como en otras partes) las bases de la convivencia social.

Esta fue la apócrifa entrevista:

- ¿Usted es del PCC?

- Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnostico era obvio: Migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía... ¿Qué hicieron? Nada.

¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las fabelas de los cerros o en la música romántica sobre la belleza de esas montañas al amanecer, esas cosas... Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social ¿Vio? Yo soy culto. Leo al Dante en la prisión.

- Pero la solución sería...

- ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de solución ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una tiranía esclarecida que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice.

¿O usted cree que los chupasangres no van a actuar? Si se descuida van a robar hasta al PCC. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal del país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta conference calls entre presidiarios...) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.

- ¿Usted no tiene miedo a morir?

- Ustedes son los que tienen miedo a morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva especie, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes. La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja...!

Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo al Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. ¿Ustedes no escuchan las grabaciones hechas con autorización de la justicia? Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. Eso. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes. Mis comandados son una mutación de la especie social. Son hongos de un gran error sucio.

- ¿Qué cambió en las periferias?

- Plata. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio... ¿Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y colocado en el microondas. Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38.

Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en super stars del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos globales. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros clientes. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.

- ¿Pero, qué debemos hacer?

- Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a los barones del polvo (cocaína)! Hay diputados, senadores, hay generales, hay hasta ex presidentes del Paraguay en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tienen dinero ni para comida de los reclutas. El país está quebrado, sustentando un estado muerto con intereses del 20% al año, y Lula todavía aumenta los gastos públicos, empleando 40 mil sinvergüenzas.

¿El ejército irá a luchar contra el PCC? Estoy leyendo Klausewitz, Sobre la Guerra. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros... solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó en eso? ¿Ipanema radiactiva?.

- Pero... ¿No habrá una solución?

- Ustedes sólo pueden llegar a algún éxito si desisten de defender la normalidad. No hay más normalidad. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero ser francos, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida.

Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: "Pierdan todas las esperanzas. Estamos todos en el infierno".


Esto se puede seguir aplicando tanto a Brasil como a México como a otros muchos lugares donde los políticos son unos inútiles cuando no unos corruptos, cuando dan la espalda a los problemas y no gobiernan para el pueblo.